LOS
CUENTOS DE LA MARAVILLOSA SABIDURÍA Y LA DANZA DEL VACIO.
La tradición Japonesa, como
todas las tradiciones antiguas, es extremadamente rica en cuentos y en
narraciones de todo tipo. La aportación de cuentos y prodigios de la tradición
Budista no deja de ser menos importante.
Es difícil saber donde acaba la
historia y donde comienza el cuento en este sutil y un poco mágico, real o
maravilloso, de los grandes Maestros. Es evidente que el “último secreto”
nunca es verdaderamente transmisible y que, sin embargo, aquel que quiere puede
comprender y ser iniciado, o “robar” el secreto, tal como el joven Yang Lu
Chan, del siglo XIX, que consiguió ingresar en la familia del Maestro Chen
Chang Hsiang que detentaba el secreto de una forma de combate a mano desnuda,
conocido desde entonces con el nombre de Tai-Chi.
Yang consiguió ser empleado
como sirviente. Cada día seguía las lecciones del Maestro oculto en un rincón.
Un día fue sorprendido por el Maestro. Nadie había conseguido jamás violar el
secreto de una enseñanza varias veces centenaria. Su vida estaba en juego.
Pero el Maestro comprendió que Yang actuaba impulsado por el deseo real de
aprender, por lo que accedió a enseñarle. Más tarde, convertido en un Maestro,
Yang dio a conocer parte de los secretos de la que es sin duda la más grande de
todas las artes marciales.
Todos estos cuentos o
narraciones poseen una enseñanza constante: el espíritu racional, el deseo de
eficacia caen presos de sus propias trampas. Subyacente a la realidad, aparece
otra realidad, se manifiesta una eficacia casi absoluta, y aquel que creía
actuar o golpear es súbitamente vencido o alcanzado profundamente. Por ejemplo:
esos bribones que tan mal acaban después de atacar a un Maestro de Tai-Chi que
apenas se defiende. El Maestro Awa, para ilustrar que lo esencial había sido
adquirido, y por su puesto la eficacia, clava una flecha en un blanco que se
encuentra en el fondo de un pasillo sin luz. Después lanza una segunda flecha
que quiebra a la primera. De la misma manera, la fuerza de un viejo Maestro
vence el ardor impetuoso de un joven samurai. Podríamos multiplicar los
ejemplos hasta el infinito. Estas historias tienen como meta hacernos comprender
que el umbral a alcanzar y la verdad a comprender nunca son evidentes, que la
verdadera eficacia es a menudo secreta y oculta, incluso voluntariamente
disimulada, ya que el colmo del verdadero conocimiento es burlarse de él,
fingir que no se sabe nada. Personalmente he conocido a varios Maestros verdaderos que en
apariencia podías ser confundidos con las personas más comunes. Esta viva
tradición, particularmente en el mundo del sufismo, se ha convertido de hecho
en una característica del sufismo mismo. Se dice a menudo que un pir, un
Maestro, y sobre todo un Maestro de Maestros, un polo, debe permanecer
desconocido.
La humanidad está sembrada de seres cuya calidad interior es
un campo de fuerza determinante para el bienestar y la protección de la vida.
Estos seres, en sí mismos centros espirituales, están ahí para crear
alrededor de ellos influencias benéficas propicias para mantener y transmitir
la tradición secreta.
Este es un punto estable, un
centro que existe en cada ser y que es posible realizar, ya que no requiere nada
que no esté en el hombre: una apertura a la sabiduría infinita desde adentro,
una apertura a través de la cual surge a la luz y florece una sabiduría que
como la de estos Maestros fascinantes, hace que los gestos, los dedos, los
bastones, las cosas mas insignificantes, se muevan como en la danza del Vacío.
Gerald Nayrac